La camisa de lino le venía perfecta salvo que se tuvo que sacar la orilla.
Hice dos limosneras y completé la indumentaria con una cinta dorada en el pelo.
Con un poco de imaginación, y sin salirnos de las hechuras del medievo, podemos vestir a los niños varios años con el mismo traje sin hacer ningún desembolso.
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